En el Resumen de Navidad en las montañas encontramos el relato de un hombre que encontró en aquel pueblo que visitó, el regalo más preciado de su vida.
TABLA DE CONTENIDO
De acuerdo a lo que se plantea en el Resumen de Navidad en las montañas, se acerca la noche del 24 de diciembre de una manera tranquila.
Animando a los pueblos cristianos con las alegrías de la infancia. En medio de todo lo que observaba me encuentro ante un espectáculo muy sublime de la naturaleza.
Sin hacer menos, interrumpí la meditación y me encerré en mis recuerdos y evoque todas las luces de los años de la juventud.
El narrador de esta novela, recuerda como los habitantes de su pueblo celebraban con cantos, bailes y pequeños banquetes esta noche buena.
Veía las casas adornadas con ánimo y los nacimientos, la iglesia del pueblo adornada e iluminada, y desde la entrada el belén levantado en el altar mayor.
Pero también el recuerdo del campanario un poco derruido por el tiempo, llamando a los fieles a la misa del gallo.
Automáticamente la tristeza inundo su cuerpo, llegaron a su mente hermosos cuadros de su niñez y juventud. Hizo que se preguntara por primera vez, ¿Dónde estaba? ¿Quién era entonces? ¿A dónde iba?.
El criado, que estaba acostumbrado a las caminatas y al fastidio de las soledades, se había distraído durante el dia, ora cantando, ora cansado al paso.
Y muchas veces hablando solo, como si evocara fantasmas de sus antiguos camaradas de regimiento. De repente le pregunte: ¿Qué hay González?
Nada, mi capitán, sino que vi que delante de nosotros habían unas personas, y me adelante a ver de quienes se trataba y me di cuenta que era el Cura del pueblo y su mozo, que van camino a celebrar la noche buena.
Y le distes las gracias? Por supuesto mi capitán, y le comente que necesitábamos un lugar donde descansar porque no habíamos podido hacerlo en todo el camino.
¿Qué te pareció? Es un español, se ve muy buena gente, y un buen hombre mi capitán. Parece un buen sujeto. Español? Yo no he conocido clérigos españoles, sin embargo, me he topado con carlitas y jesuitas y todos son malos.
En fin, González, no promoveré disputas políticas para evitar los disgustos, vamos a reunirnos con el Cura. Al salir de allí, le di las gracias al Cura, por su amabilidad, y acepte con gusto una oferta tan halagadora.
Señor cura, soy un soldado, y me será muy bueno lo que usted pueda ofrecerme para descansar ya que estoy acostumbrado a las privaciones e intemperie.
En cuanto a mí, soy feliz todo cuanto un hombre ama a sus hermanos, me veo recompensado con mis trabajos y soy consciente de no ser gravoso.
Vivo de mi trabajo, como artesano y cultivador, tengo necesidades, pero siempre Dios provee de mis afanes.
Es decir que usted no recibe dinero por casamientos, bautizos, entierros misas, le pregunte, a lo que me respondió no señor.
Como usted ya sabrá de los propios habitantes, tengo mis ideas, pero no son las comunes, pero los prácticos religiosamente.
Y no pude contenerme al oír esto; y deteniendo mi caballo, quitándome el sombrero no ocultando mi emoción, que llegaba hasta las lágrimas, alargue una mano al buen cura y le dije:
Venga esa mano, señor usted no es un fraile, si no un apóstol de Jesús; me ha ensanchado usted el corazón me ha hecho usted llorar.
El cura se bajo también del pobre caballejo, y me abrazo llorando y sorprendido de mi me arranque de sincera franqueza.
No podía hablar por su emoción y apenas pudo murmurar al estrecharse su corazón.
Después de este abrazo volvimos a montar a caballo y continuamos nuestro camino en silencio, porque la emoción nos embarga la voz.
El otro era el padre Gabriel, este fecundo novelista ha sabido hacer popular en el mundo entero con su famoso judío errante.
Ahí tiene usted mi pueblo, señor capitán me parece muy pintoresco le conteste a juzgar por la posición de las luces.
Y también por el aire balsámico que nos llega y que revela que allí hay pequeños y ornamentales jardines.
Un año después, el pueblecito antes árido y triste, presentaba un aspecto risueño y hermoso. Hubiese dicho que se tenía a la vista una de esas alegres aldeas de la Saboya o de mis queridos pirineos.
Con sus cabañas de paja o con sus techos rojos de teja, sus ventanas azules y sus paredes adornadas con cortinas de trepadoras.
Así como sus patios llenos de árboles frutales, sus callecitas sin osas, pero aseadas; sus granjas, sus queseras y un gracioso molino.
La religión señor capitán, la religión me ha servido de mucho para ser todo reto. Sin mi carácter religioso quizá no habría yo sido escuchado ni comprendido.
Verdades que yo no he propuesto todas estas reformas en nombre de dios y fingiéndome inspirado por el mi dignidad se opone a esta súpercheria.
Pero dado mi carácter de sacerdote y de cura, es fe de una autoridad a mis palabras, que los montañeses no habrían encontrado en la boca de otra clase.
Los chicos luego que vieron al cura, vinieron a saludarlo alegremente, y después corrieron al centro del pueblecillo gritando:
El hermano cura, el hermano cura, repitió con extrañeza que raro, es así como llaman aquí a un párroco?.
No señor me respondió el sacerdote, antes me llamaban aquí como en todas partes, el señor cura pero a mí me desagradaba ese nombre, me parecía anti sonante.
He rogado a todos que me llamen el hermano cura; esto me da mayor placer. Y yo que lo he estado llamando a usted señor cura.
Allí tiene usted nuestra escuela. Y como yo me mostraba un poco admirado de verla tan bonita y aseada, revelando luego que era el edificio predilecto de los vecinos, observe en estos, al felicitarlos, un sentimiento de justísimo orgullo.
Hermano cura lo ha visto usted por fin está más aliviado vendrá esta noche. A si! Gertrudis, respondió el cura se me olvidaba lo vi, hable con él, esta triste muy triste; pero vendrá me lo ha prometido.
Fue entonces cuando pude examinar completamente la figura del cura. El cura era indudablemente uno de esos personajes raros en el mundo, y por eso no lo creía feliz.
El cura notó mi curiosidad y me dijo esos hombres son, pastores de los alrededores, como los que se ven en las églogas de Virgilio y de Garcilaso.
Hacen eternamente una vida pastoral y solo vienen al poblado en grandes fiestas como las de ahora.
Todos estos villancicos antiguos son de origen español dijo el cura y yo advierto que la tradición los conserva aquí constantemente como en mi país.
Tal vez de un niño, tal vez de infelices ciegos, pero de seguro de esos trovadores oscuros que se pierden en el torbellino de los desgraciados yo los oigo siempre con cariño, porque me recuerda a mi infancia.
Yo no había asistido a ninguna misa desde mi juventud, y había perdido la costumbre de mi niñez, la unción que inspiran los sentimientos de la infancia.
La misa, por lo demás tuvo de particular para mí. Los pastores cantaron nuevos villancicos, alternando con los coros de niños que acompañaba el órgano.
El cura una vez concluido el oficio vino a hacer en lengua vulgar, delante del concurso, la narración sencilla de evangelio sobre el nacimiento de Jesús.
Al llegar la noche buena de hace tres años, el pueblo, embriagado y excitado por un sermón de cura, se dirigió a mi casa, me saco de ella y me llevo a una barranca cercana a esta población para matarme.
Ay señor capitán como olvidar semejante noche, la tengo grabada en el alma de una manera constante.
Si alguna vez he creído ver la imagen de Jesucristo sobre la tierra, ha sido esa, en que el hermano cura me salvo a mí de la muerte.
A toda una familia infeliz de orfandad y aquellos desgraciados fanáticos del infierno de los remordimientos.
¿Qué penas podrá tener aquella encantadora montañesa? Pronto iba a saberlo, y a fe que estaba lleno de curiosidad.
La señora mayor se acerco al cura y le dijo: Hermano Cura usted nos había prometido que Pablo vendría… y no ha venido, la señora concluyo esta frase con la más grande aflicción.
Si no ha venido repitió la joven, ya lo he buscado con los ojos y no lo veo. Pero Carmen, hija añadió el alcalde no te apesadumbres: si el hermano cura te responde, tú hablarás con Pablo.
Si, tío; pero me había dicho que sería hoy, y lo deseaba yo, por que usted recuerda que hoy hace tres anos que se lo llevaron, y como me cree culpable, deseaba yo en este día pedirle perdón…harto del padecido el pobrecito.
Amigo mío dije yo al cura ¿podría usted decirme que pena aflige a esta hermosa niña y porque desea ver a esa persona? Usted me había prometido contarme esto, y mi curiosidad esta impacienté.
Oh es muy fácil contesto el sacerdote y no creo que ellas se incomoden. Se trata de una historia muy sencilla, y que referiré a usted en dos palabras.
Siéntense, hijas mías, mientras refiero estas cosas al señor capitán añadió el cura, dirigiéndose a la señora y a Carmen.
Pablo era un joven huérfano, de este pueblo, y desde su niñez había quedado al encargo de una tía muy anciana, que murió hace cuatro años.
El muchacho era trabajador, audaz, valiente y simpático, y por eso lo querían los muchachos del pueblo, pero él se enamoro perdidamente de esta niña Carmen.
Quien a su vez, es la sobrina del señor alcalde y una de las jóvenes mas virtuosas de toda la comarca.
Carmen no correspondió al afecto de pablo, sea porque su educación, extremadamente recatada, la hiciese muy tímida todavía para los asuntos amorosos.
Pero la esquivez de Carmen no hizo más que avivar el amor de pablo, ya bastante profundo, y que él ni podía ni trataba de dominar.
Abandono el trabajo, se contento con ganar lo suficiente para alimentarse y se entrego a la bebida y al desorden.
Desde entonces aquel muchacho tan juicioso antes, tan laborioso y a quien no se le podía echar en cara más que ser algo ligero, se convirtió en un perdido.
En efecto lo hice llamar lo trate con amistad, le di excelentes consejos él se conmovió de verse tratado así, pero me contesto que su mal no tenía remedio. Y que había decidido mejor alejarse para no seguir siendo el blanco de los odios del pueblo.
Yo sabía muy bien lo que Pablo necesitaba para volver a ser lo que había sido. La esperanza en su amor habría hecho lo que no podía ser la exhortación más elocuente.
Además, como los adultos más acomodados del pueblo deseaban casarse con Carmen, y solo los contenía para hacer sus propuestas el miedo que tenían a Pablo.
Pronto se presento una oportunidad para realizar este deseo de los deudos de Carmen. Había estallado la guerra civil, y el gobierno había perdido a los distritos de este estado en un cierto número de reclutas para forman nuevos batallones.
Ya conoce usted la costumbre de tener al servicio de las armas como una pena, y de condenar a la gente perdida. Es una desgracia.
Parece que Pablo, en la noche del día 23, burlando la vigilancia de sus custodios, pudo escaparse de su prisión que era la casa municipal, donde la tropa se había acuartelado, y corrió a la casa de Carmen.
Continuando con el Resumen de Navidad en las montañas, podemos decir que Carmen reflexionó un momento; hablo con la madre y respondió, aunque con pesar, al joven que no podía engañarle que no podía tener alguna esperanza de ser correspondido.
Oyendo esto, Pablo se quedo abatido dijo adiós y se alejo lentamente para volver a su prisión. Ay así fue dijo Carmen, sollozando yo tuve la culpa… de todo lo que ha padecido.
Adiós Pablo repetían las mujeres y los niños asomándose a la puerta de sus cabañas pero él no oyó la voz querida ni vio el semblante de Carmen entre aquellos curiosos.
En la noche de ese día 24 se hizo la función de noche buena, y se dispuso la cena en este mismo lugar pero habiendo comenzando muy alegres.
Hay pobrecito Pablo ¿Dónde estará a estas horas? pregunto alguien. En donde estará respondió otro en la cárcel del pueblo cercano, o bien, desvelado por el frio y bien amarrado en el monte donde hizo jornada la tropa.
Han pasado ya tres años. No volvimos a tener noticias de Pablo hasta hace 5 meses, en que volvió a aparecer en el pueblo. Se presentó al alcalde enseñando su pasaporte y su licencia absoluta, y pidiendo permiso para vivir y trabajar en un lugar de la montana a 6 leguas de aquí.
En 2 años se había operado un gran cambio en el carácter, y aun en el físico de pablo. No estuvo más que algunas obras en el pueblo, cambio su traje militar por el de labrador montañés.
Compro algunas provisiones e instrumentos de labranza y partió a su montana sin ver a nadie ni a Carmen.
Retirado a aquel lugar, comenzó a llevar una vida de Robinson escogió la parte más agreste de las montanas, edifico una choza; se proporciono semillas y cuando se necesitaba para sus proyectos.
Al día siguiente, aun me encontraba en el pueblo, el cual dejé el 26, no sin estrechar contra mi corazón a l magnifico cura a quien la fortuna me había hecho encontrar, y cuya amistad fue para mí una gran valida desde entonces.
Nunca, y usted lo había conocido por mi narración, he podido olvidar aquella hermosa navidad pasada en las montanas.
Todo esto me fue contado la noche de navidad de 1871 por una persona, muy conocida hoy en México, y que durante la guerra de reforma sirvió en la filas liberales; yo no he hecho más que trasladar al papel sus palabras.
Autor
Ignacio Manuel Altamirano nació en Tixtla, Guerrero, México en 1834, y murió en San Remo, Italia en el año 1893.
Su infancia se dio en el seno de una familia indígena, su padre era un jefe en la etnia de los chontales.
En 1848 el padre fue nombrado como alcalde de Tixtla, y eso le facilitó al joven Ignacio asistir a la escuela a los 14 años.
Aprendió a leer y escribir, también aritmética, hizo sus primeros estudios en la ciudad de Toluca, gracias a una beca que le ofreció Ignacio Ramírez.
En el Instituto Literario de Toluca recibió cátedra, cursó derecho en el Colegio de San Juan de Letrán. Perteneció al Conservatorio Dramático Mexicano, la Sociedad Mexicana de Estadística y Geografía y la Sociedad Netzahualcóyoti.
Después de este lapso de conflictos militares, Altamirano se dedicó a la docencia, trabajando como maestro en la Escuela Nacional Preparatoria, en la de Comercio y en la Nacional de Maestros.
También trabajo en prensa, quien en conjunto con Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto fundó el Correo de México, y con Gonzalo Esteva la revista El Renacimiento. sin embargo, en el siguiente enlace puedes conocer un poco más de este magnánime escritor.
Obras literarias
En su época escribió libros que tuvieron gran éxito, y es por ello que en este Resumen de Navidad en las montañas, hacemos mención al cultivo del relato, la crítica, el cuento, el ensayo y la historia, la biografía entre otros.
- Rimas (1880).
- Clemencia (1869).
- El Zarco (1869).
- Antonia y Beatriz.
- Atenea.
- Cuentos de invierno (1880).
- La Navidad en las montañas (1871).
- Paisajes y leyendas, tradiciones y costumbres de México (1986).
- Crónicas de la semana (1969).
- La literatura nacional (1949).
- Las Obras (1899).
- Obras literarias completas (1959).
- Y Obras completas (1986).
Personajes
Entre los personajes podemos dividirlos en dos grupos, los cuales los presentaremos en este Resumen de Navidad en las montañas, siendo los personajes principales y los personajes secundarios.
Personajes principales
- Militar: Era un fuerte hombre, de una mediana edad indefinida, sensible de sentimientos, abierto.
- Cura: Un hombre humilde, confiado, dócil, guapo, de físico fuerte, de buenos sentimientos, español.
Personajes secundarios
- Pablo.
- Carmen.
- El Alcalde.
Argumento
En el Resumen de Navidad en las montañas revelamos la historia de Capitán, un hombre bueno, que despreciaba la iglesia por la fama que tenían los curas de buscar su propio beneficio.
Un 24 de diciembre el Capitán llega a un desconocido pueblo en el que conoce al Cura, un buen sacerdote dedicado a Dios y al pueblo.
En este Resumen de Navidad en las montañas, hacemos mención del proceso donde el Capitán se hace amigo del Cura, y obtiene una invitación para ser parte de una cena navideña.
También conoce a Carmen, una adinerada joven, y a Pablo un holgazán y descuidado joven enamoradizo.
Así mismo, en el Resumen de Navidad en las montañas, el capitán conocerá también a Gertrudis, madre de Carmen, al alcalde y al maestro de la escuela, entre otras personas.
El capitán conocerá también la historia de Pablo, quien estaba enamorado de Carmen, y a diario cortaba una rosa y se la dejaba en la puerta de su casa.
Hasta el punto en el que ella le rechazo, y desde allí, el decidió tirarse en el abandono y convertirse en un holgazán.
Luego de pasar mucho tiempo sin verse, en la cena de navidad, se vuelven a reencontrar, y fue cuando los dos se juraron amor.
El Capitán reflexiona sobre lo ocurrido, y se da cuenta que esta navidad con estas personas, le hizo ver que fue la mejor navidad de su vida, ya que se mantuvo en buena compañía y fue testigo de un amor sin igual.
En este Resumen de Navidad en las montañas, procederemos a mencionar algunas de las frases mas conocidas del mencionado libro, entre ellas tenemos:
- “Tal idea lo hacía aparecer a sus propios ojos como inferior a su amada de hoy, pero no con esa inferioridad que humilla, sino con la inferioridad del creyente para con su Dios…
- …sentimiento que aviva y aumenta el amor, porque lo complica con la admiración y la gratitud”.
- “La oscuridad se había hecho más densa, pero yo veía en el cura, cuyo semblante aún no conocía, algo luminoso; tan cierto es que la simpatía…
- …y la admiración se complacen en revestir a la persona simpática y admirada con los atractivos de la divinidad”.
- “¡Yo también llevo en el alma un mundo de recuerdos y de penas! ¡Yo también he amado!”.
- “Las pobres autoridades, acobardas por la falta de elementos de defensa, se veían obligadas, cuando llegaba la ocasión, a entrar en transacciones con ellos, contentándose con ocultarse o con huir para salvar la vida”.
- “Al principio he encontrado resistencias, provenidas de la costumbre inveterada y aun del amor propio…”.
Nos leemos!!!